Gabriel García Márquez: carta 5ª

 

¡Hola!

Casi todos los días que veo a mi padre no deja de hablar de ti. Dice que eres lo más importante, que sin ti la dedicación de toda su vida no tendría sentido. A mí me abruma tanta pasión con la que él te escribe, pero no he podido resistir la tentación de también dedicarte unas palabras.

Ya he entrado el verano en este año donde los números son tan importantes para mi padre. Te lo ha debido de contar porque tiene un brillo especial en los ojos al hablar de ello. Sus 80 años no han sido fáciles, él lo sabe y se apresura en escribir lo que recalca como importante y que, en su vida, le falta. Así que te pido que comprendas su desvelo y su derrame de pensamientos y palabras en cada carta. Intenta recuperar en cada segundo el tiempo que él cree perdido y a veces, bueno, ya le conocemos se vuelve demasiado el “García Márquez” fantástico y literario.

Y es que es tanto lo que ha escrito que normal que tras tantos años se quiera evadir de la realidad en su mundo mágico inquebrantable. Cuántas veces habré deseado tener su espíritu libre y poder plasmar en una palabra tanto significado. Con el cine intento de esa manera cultivar la impresión de la realidad en los ojos de quien nos ve. Pero, volviendo a mi padre, sus comienzos con el público los podríamos situar con la novela corta La Hojarasca en 1955, cuando ni yo había nacido. Sin duda la vida ha cambiado mucho desde entonces. Cuando yo tenía dos años, en 1961 llegaría la novela El coronel no tiene quién le escriba donde a mi parecer la tristeza que desprende la espera del coronel es desoladora. Aunque sin duda la mayoría de la gente relaciona a mi padre con Cien años de soledad de 1967, una novela completa donde es imposible no sumergirse en el mundo medio real y ficticio de la historia de los Buendía. Es el culmen perfecto de la fundación de su estilo característico conocido como el realismo mágico. Después seguiría el pequeño escrito La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y de su abuela desalmada en 1974. Al año siguiente, El otoño del patriarca que se ubica en un país ficticio cerca del Mar Caribe. Si volvemos la vista atrás a los ochenta podemos encontrar su rastro en Crónica de una muerte anunciada; El amor en los tiempos del cólera de 1985, una de mis obras favoritas, y en El general en su laberinto de 1989. Los siguientes años se cruzarían con diversos asuntos y viajes y fueron menos prolíferos. Podrás encontrar de esta época Del amor y otros demonios en 1994 y su última novela, Memoria de mis putas tristes de 2005. Podría seguir con numerosos títulos que desvelan la pasión de toda una vida dedicada a la escritura, pero probablemente no constituyan para ti nada nuevo pues todo esto ya lo conoces. Otra de sus facetas como escritor es la afición a los cuentos, entre los numerosos títulos me quedo con Ojos de perro azul (1972) y El verano feliz de la señora Forbes (1981). También en su labor como periodista destacaron muchos textos y alguna que otra obra dramática, pero en este caso lo dejo en tus manos para decidir cuál eliges.

Siento haberte abrumado con tanto título, pero no quería dejar pasar la oportunidad de dejarte en un escrito el fruto de toda una carrera dedicada a la literatura. Es sorprendente como se puede mantener la llama viva de la inspiración a lo largo de los años sin que tiemble el pulso al empezar un nuevo comienzo. Es como el hormigueo inicial del primer día de rodaje. ¡Nos parecemos en tantas cosas! Cualquiera diría que somos familia. Sin duda es una gran alegría haber heredado el amor y la dedicación al trabajo. No me quiero alargar más, que yo no soy el fantástico escritor que asiduamente escribe y no merezco hacerle sombra. Ha sido un placer poder dedicarte un ápice de mi tiempo. Hasta la próxima, que puede que sea nunca.

Julio de 2007,

Rodrigo García Barcha

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