Gabriel García Márquez: carta 3ª


A ti,  

Solo ha pasado un mes, pero temo que mis años se me echen encima, que confunda lo que hasta entonces había visto con claridad y que los días se diluyan como el agua por el río Magdalena. Hoy quiero hablarte de mi segunda cara y de mi espalda, de mi astuto compañero, aquel que definí en cierta época como “el oficio más bonito del mundo”.

Quise estudiar derecho para complacer a mi padre, pero sentía que no era lo que me correspondía. En 1950 lo dejé para abrirme paso en lo que verdaderamente me gustaba, escribir. ¿Te acuerdas de Septimus? A veces querría recuperar ese seudónimo que utilicé en El Heraldo, pasar desapercibido y retomar la columna de “La Jirafa”. Pero no puede ser, sería una ambición que ni la magia podría conseguir. Después de 4 años, en Bogotá, el periódico El Espectador me permitió suplir un mundo real con la crítica y el reporterismo en plena calle. En este periódico navegarían algunos de mis artículos más aclamados sobre Alejandro Velasco, aquel marinero que resistió la muerte 10 días después de un naufragio en 1955. Como ya te comenté, es mucho más lo que se debe entender en un relato y ya te habrás dado cuenta de que lo que parecía en la superficie un escrito de entretenimiento basado en una historia real era una denuncia, una crítica política para los que de verdad estaban hundiendo el país. ¡Si hasta salió un libro años después! En 1971 vería la luz, Relato de un náufrago. Pero en su momento, a los que rinden el poder no les pareció bien mi publicación y me tuve que marchar a Ginebra como corresponsal. Me acuerdo perfectamente de lo que decía el titular aquel día de 1955: "El Espectador envía redactor a Ginebra". Fue un acontecimiento para el medio, pero una forma de tenerme lejos para aquel gobierno. También estuve en Europa del Este, una tierra tan diferente a la mía. Allí redacté crónicas que por situaciones políticas se publicaron después. Recibí varias acusaciones o reprimendas por aquello de que mezclaba la realidad con la ficción o que a veces me inventaba cosas. Todo eso me da piedra, te dije que la perspectiva crítica faltaba en muchas cabezas.

Y así podría considerar mi vida, un barco que se sustenta en el mar de las letras. Surcando las aguas del periodismo y la literatura que en tanto se diferencias pero que en mucho se parecen. ¿Te sonará la Fundación para el Nuevo Periodismo Iberoamericano? Fue fundada en 1994 por mi persona amante y complaciente de este oficio. Quería educar, dejar ver y formar a personas que supieran el valor de una historia bien narrada.

Entre tanto recuerdo, entre tantas letras, me acuerdo y desespero de una pasada amistad. También te dije en algún momento que cuando creemos ver la luz al final del túnel, el alivio, nos llegan aquellos recuerdos enterrados a regalarnos un último suspiro. Y tras viajar a Barcelona en la memoria, pude verle a él, al único amigo que he podido aceptar perder. No es que pretenda recuperar nada ni arreglar lo que ya el tiempo ha borrado. Solo te digo que los pequeños incidentes pueden crear consecuencias mayores que ni te esperas. A mí me llevó un puñetazo darme cuenta, a otros les costará algo más caro. Te lo confieso a ti, por velar mis secretos, pero entre mis compadres, me acuerdo de mi querido Mario. Al menos los dos, entre tantas diferencias, conseguimos lo que amamos: vivir al servicio de la dulce literatura y el poder de la escritura.

Abril de 2007,



Comentarios

  1. Me gusta mucho la Carta Nº3 en general, pero la frase:"Y así podría considerar mi vida, un barco que se sustenta en el mar de las letras" me parece una preciosa metáfora. Felicidades!

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