Gabriel García Márquez: carta 1ª

¡Hola de nuevo! Tenía muchas ganas de volver a escribir y no se me ocurría mejor manera que con este trabajo que llevaré a cabo a lo largo de 10 entregas. Estos escritos desmenuzarán la vida del escritor colombiano Gabriel García Márquez de una manera más personal, cercana, curiosa y literaria. Espero que disfrutéis con ellas tanto como yo he disfrutado escribiéndolas. No dudéis en dejarme en los comentarios qué os parece o qué os sugieren. ¡A leer! 



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A ti,

Se han cumplido 3 años, sí. Casi ni yo me lo creo. 3 años desde que me detectaron cáncer linfático y supe que mis días dependían del reloj del tiempo. Hoy me ha visitado Gerald que como mi biógrafo quiere seguir plasmando la vida. Pero yo necesito otro escape, otro recurso, otra manera. Necesito escribirte para aclarar mi memoria, para sacar de lo más profundo lo que quizá nunca dije o nunca supe. Él no lo sabe y puede que no lo apruebe porque estoy a punto de terminar el primer tomo que narrará parte de mi existencia. Esto es más íntimo, esto es para mí y luego cuándo lo leas, para ti.

Siempre le tuve pánico al frío, no soportaba la sensación errática de la mano helada. Eso es de lo que se acuerda un crío cuando empieza a crecer. De aquella quemazón triste que producía la ausencia de calor en las paredes. Aunque te mentiría si te dijera que eso es algo racional que deduje en ese momento. No me agradaba, pero no comprendía la exactitud de su significado. Quizá te parezca una tontería así contado, pero van siendo las pequeñas experiencias las que sin darte cuenta marcan el subconsciente de nuestra escritura. ¡Es tan simple la mente de un niño! Allá por 1945 compuse mis primeros versos a una novia mía. Era tan fácil, había amor, se sentía y se sacaba en la palabra. Había frío, se sufría. Sin embargo, los intentos de poeta no fueron fructíferos y eso tú ya lo sabes.

En este tiempo tan sombrío, me acuerdo mucho de ellos, de mis abuelos. Podría afirmar que gracias a ellos soy un poco de lo que ves -o lees-. A estas alturas te preguntarás que hago hablando de algo que ya contarán mis memorias, pero yo sé que si te lo digo a ti, directamente, sin filtros, nunca podrá ser igual. Por eso, es preciso que te hable más en detalle de su historia. Nicolás Márquez, padre de mi madre, fue la figura que todo niño desea. Me llevaba con frecuencia a espectáculos, me contaba historias, vivencias y me relataba la importancia de la historia para un pueblo. Fue coronel en la guerra de los Mil Días y siempre tuvo las palabras precisas para narrar relatos de las guerras civiles y de su magnífica juventud. Imagina mi cara asombrada cada día con historias más parecidas a los cuentos. Tranquilina Iguarán, mi abuela, era la visión mágica de la familia. Creía en cada leyenda de la que pudiera ser partícipe y las fábulas eran parte de su día a día. No confiaba en lo que veían los ojos y el mundo místico, sobrenatural e irreal conferían una dimensión paralela de lo que podría ser la vida. También, tuvieron protagonismo en esta historia mis tías que compartían esa estela fantasiosa y ajena a la sociedad común que tanto caracterizaba a los Márquez.                                                             

Mi mente en ese ambiente corría libre, absorbía cada parte de lo que podía escuchar. Muchas veces no daba crédito y confundía la realidad de Aracata con la fantasía de la mente y su poder de abstracción. Por eso cuando en 1936 murió mi abuelo supe que algo en mí estaba creciendo con tan solo 9 años, aunque como tantas otras cosas no fui consciente de la verdadera influencia de estos hechos hasta años más tarde.

Como no quiero abrumarte en este primer escrito, tengo que parar. ¡Ay, si supieras cómo me siento! Estoy aquí sentado como el Coronel, esperando algo que no sé cuándo llegará. Una carta confería su existencia. En la mía, sin embargo, acaba de ganar peso algo mucho más fuerte, el caminar lento que se acerca, de la muerte.  

Febrero de 2002,



Comentarios

  1. En algunos momentos pensé que la escritora del artículo era la que contaba en primera persona su experiencia. Chapó.

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  2. En algunos momentos pensé que la escritora del artículo era la que contaba en primera persona su experiencia. Chapó.

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  3. Muy bien narrado, me encanta porque es de mis escritores favoritos y realmente poco sé de su vida y de su historia. Deseando que lleguen nuevas entregas.

    Muchas Felicidades.

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